martes, 21 de octubre de 2008

Cosme Damián Churruca

Hoy se celebra el ducentésimo tercero aniversario de la batalla de Trafalgar. Esta victoria habría de asegurar el dominio inglés de los mares durante el siglo XIX, y haría cambiar la estrategia napoleónica hacia una de control continental. A dos meses de Trafalgar, Napoleón derrotaría a la alianza Austro-Rusa en Austerlitz.
El gran héroe de Trafalgar, el almirante Lord Horacio Nelson, habría de morir en esa batalla. ¡Qué manera de irse de este mundo: salvando a su país de una invasión extranjera, y asegurando su camino a la conquista mundial! Mi abuelo materno, que Dios lo guarde en su gloria, nombró a su hijo mayor, mi tío Nelson en honor a ese coloso de los mares.
Mi abuelo adoraba la historia. Probablemente, de oírlo hablar a él, nació también mi amor por ella. Luis Antonio le contaría a su nieto mayor de Trafalgar. No solamente le contaría la epopeya del tuerto Nelson, sino también de la muerte en Trafalgar de Cosme Damián Churruca, marino español.
Cosme Damián Churruca. Ese nombre no se me ha olvidado; probablemente, porque es una aliteración. Para mí, es una pizca de dato trivial cuya memoria estará siempre ligada a la de mi abuelo Luis Antonio, a cuyo funeral no pude asistir.
Este señor Churruca, que se murió en Trafalgar, estaría en mi memoria sin saber qué había hecho de especial como para merecer una mención en mi lista de datos aparentemente inútiles. Tuvo otra mención honorable en Cabo Trafalgar, de Pérez Reverte, como famoso comandante del San Juan Nepomuceno. Al parecer, el San Juan Nepomuceno era el último de los navíos en la formación de la línea española. Así que le tocó enfrentarse virtualmente solo a seis navíos ingleses. Entre ellos estaban el Dreadnought, el Polyphemus y el Prince.
Sin embargo, todavía no sabía por qué Cosme Damián Churruca era tan famoso. A medida que busqué más información, entendí por qué. Éste sujeto había viajado por el mundo como un capitán de fragata en misiones de carácter científico y geográfico. Recreó la ruta de la expedición de Magallanes, tocándole luchar, como a tantas tripulaciones de la navegación a vela, con el escorbuto.
Luchó en el Caribe y el canal de la Mancha en contra de la "Royal Navy". El sujeto era una versión española de Thomas Cochrane, cuya biografía habría de inspirar las novelas de Horatio Hornblower. Para caerse a cañonazos en alta mar en un velero de madera hay que tener riñones. Sin embargo, para hacerlo consistentemente en los siglos XVIII y XIX en contra de la armada inglesa, había que tener una valentía difícil de entender en estos días. Así pues, Churruca era el Jack Sparrow de los españoles.
Churruca habría de ser también socio de la Real Compañía Guipuzcoana, cuya casa en La Guaira nos hace recordar de la opresión y los impuestos de la corona sobre la Capitanía General de Venezuela. A lo mejor, alguna vez estuve en lugares por los cuales Churruca caminaba en sus periplos por el Caribe.
Volviendo al 21 de Octubre de 1805, Churruca en el San Juan Nepomuceno se vio atacado simultáneamente por tres navíos ingleses. Ahí, en sus últimas horas, Cosme Damián Churruca mostró de qué estaba hecho. A la vista del enemigo, sabiendo lo que le venía, ordenó clavar la bandera al mástil, no tenía la intención de arriarla. Un cañonazo le destrozó la pierna izquierda. Sin embargo, siguió dándole a su tripulación las órdenes de "fuego" desde la cubierta. Claro, como el sujeto era un ser humano y no un superhéroe de comiquitas, se murió desangrado. Probablemente lo había presentido. Antes de la batalla, le envió una carta a su hermano, diciéndole: "Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto."
El San Juan Nepomuceno fue capturado por la "Royal Navy" en Trafalgar después de sufrir 400 bajas de su tripulación de 530. Una vez remolcado, en honor a su valiente comandante, los ingleses colocaron una placa de bronce con el nombre de Cosme Damián Churruca en la recámara del capitán, y se quitarían el sombrero al entrar en ella.
Así pues, para mí, habría de terminar el misterio del heroico Cosme Damián Churruca, cuya vida tendré que seguir investigando. Él, gracias a mi abuelo, residirá siempre en mi memoria.

1 comentario:

Unknown dijo...

Leyendo tu blog me vino a la mente la lectura de ese maravilloso libro de Pérez Reverte, tipos como Churruca ya no se encuentran. El honor y la gloria sirven para algo?